agosto 10, 2012

Abuela, amigo, se me adelantaron

Este mes ha sido algo difícil desde que empezó. La primera semana recibí la mala noticia que la mujer a la que agradezco criar al gran hombre que es mi padre había fallecido. Mi abuela Juana, esa señora tan dulce, esa viejita con la lucidez de una mujer de veinte años, aquella madre a la que no veía hace varios meses había dejado de existir sin perder su ánimo. Murió feliz. Ya había salido bien librada de una intervención hace un año y el doctor fue bien claro esa vez: "Una más, no aguanta". Juana Riega fue una bella joven piurana obligada por su padre a casarse con el capataz de la más grande hacienda del norte del país, con un hombre que nunca amó y al que según ella: "solo le agradezco que me haya dado hijos bellos y que nunca me haya matado de hambre". Mi padre la amaba, yo también. Siempre que iba a su casa me daba una moneda de un sol, cuando tuve dieciséis fue la primera vez que me negué a recibirlo, no debí hacerlo, la viejita me dio un golpe y dijo: "muchacho malcriado, uno recibe lo que la da su abuela, abre la mano".
Hace unos días recordaba algo que me dijo cuando revisaba unas fotos suyas: "Muchacho chismoso, seguro vas a ser como Magaly". Tenía doce años, creo. Siempre le tendré agradecido que a pesar de lo mal que la caía mi madre por ser la mujer que se llevó a su pequeño hijo (de treinta años) de su lado, nunca lo hizo notar frente a mí, ni frente a mi padre o mis hermanos. La dulce viejecita ya descansa. Su vida fue difícil, se merece ese descanso.
Luego, algo ya recuperado por enorme pérdida, me notifican que uno de mis mejores amigos dejó este mundo a causa de un mal que muchos creíamos estaba superado. Me dolió mucho, como si quien hubiese fallecido fuera mi hermano, en realidad, tal vez lo era. Lástima que la última vez que conversamos fue por Facebook y que aquel 'chau' no avisara que iba a ser el último. Siempre lo recordaré, merece eso. Se me hace difícil escribir más, quienes me conocen saben todo lo que siento. 
Cuando alguien que quieres se despide para siempre es difícil asimilarlo, te das cuenta que lo que solías hacer con ellos es incomparable con lo que puedes hacer ahora solo. Estoy seguro que mi abuela y mi amigo, donde estén, no quieren que esté triste, en honor a ellos haré todo lo posible. 



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