Recuerdo muy bien aquel primer programa de ‘El valor de la verdad’. Había
visto la versión colombiana y sentía curiosidad por la forma en la que se
realizaría en nuestro país. Me pareció un programa sumamente gracioso, no creí
en nada de lo que se dijo esa noche, pero era material suficiente para comentar
y trollear. Reía y al mismo tiempo me
deprimía por la tan mala calidad de nuestros programas de televisión.
Esa noche se presentó Ruth Thalía Sayas, una joven universitaria que, entre
otras cosas, confesó haber trabajado en un nightclub,
haberse prostituido, avergonzarse de sus padres e incluso, que era bisexual, lo
mejor de la comidilla sensacionalista con la que un periódico de cincuenta
céntimos puede trabajar. En ese set, junto a los abnegados padres de la chica
de 19 años, se encontraba Bryan Romero, su enamorado. En aquel episodio, Ruth
aseguró estar con él solo hasta conseguir un mejor partido, y que a pesar de
tenerle cariño sentía que él era poca cosa para ella, todo sumado a las
anteriores confesiones.
Fuera verdad o mentira lo que se dijo, Bryan se convirtió en el bufón de
las redes por dos días (lo convirtieron en meme). Además de la vergüenza
pública, se sabe ahora que Ruth no le quiso dar parte del dinero ganado esa
noche a pesar de que se lo había prometido. Bryan declaró días después a una
revista que ellos dejaron de ser enamorados cuando él se enteró del verdadero
empleo de Ruth (bailarina en un nightclub)
y que ella le prometió darle dinero para el motor de su mototaxi si él se
presentaba frente a Beto Ortiz diciendo que seguían siendo pareja. Aquella
revista mostró esas declaraciones como el último gran trabajo de su equipo de
investigación. Pff!
Nada hacía pensar que meses después estos dos personajes se verían
envueltos en un espeluznante crimen. ¿Beto Ortiz tiene la culpa? ¿O tal vez
nuestra televisión basura? ¿Tendrá que ver la gente que no diferencia los shows
de televisión de la realidad? Muy poco, casi nada.
La muerte de Ruth es consecuencia de ese mal que aún no se despega de
nuestra sociedad, el machismo. Ese machismo que impide la igualdad de
oportunidades, ese machismo amigo de los prejuicios, ese machismo que auspicia
certámenes femeninos de belleza, ese machismo que golpea con puñetes y
cachetadas, ese machismo que llega a asesinar.
Muestras simples y comunes
El machismo existe desde aquel momento en que se decidió en la gran mayoría
de las culturas que sea un hombre y no una mujer, quien dirija la organización
de cualquier sociedad. Formato que se mantuvo por siglos, desde la arcaica educación
escolar exclusiva para varones, pasando por la postura católica del sacerdocio
masculino único, hasta la ausencia presionada de la mujer en temas políticos. Algunas
de esas cuestiones se han superadocon el tiempo, siempre marcando un hito en la
historia, esa historia donde el varón corrió solo por mucho tiempo porque
quiso.
“Yo no soy machista”, dirán siempre todos. Pero todos lo somos, un poco al
menos. Es de esas cosas que existen y parecen tan normales que nadie le toma
importancia. Tengamos cuidado.
Las actitudes machistas se ven en diferentes aspectos de nuestra vida:
gente que no vota por una mujer, por serlo; la publicidad de cerveza,
discotecas, etc.; la venta de autos en un motorshow;
los programas de TV que enfrentan a hombres y mujeres en busca del sexo fuerte
verdadero; y una larga lista. No es lo mismo que hace veinte años, o al menos
es menos perceptible que hace veinte años, pero, eso no significa un avance.
Una de las manifestaciones más claras de machismo, desde mi parecer, son
los certámenes de belleza. La comprobada presión a la que son sometidas sus
concursantes para participar (cirujías plásticas, por ejemplo) y los anticuados requerimientos que deben
cumplir son totales muestras de lo que hablamos. Recuerdo ahora un caso.
La Miss Perú Mundo o Universo, no la que dijo tonterías sobre los gays,
sino la otra, la que fue apodada ‘conejita’, Cindy Mejía, fue despojada de su
corona y obligada a decirle a los programetes del mediodía que renunciaba por
el bien de su familia. ¿Qué pasaba? Cindy no había reportado al comité
organizador del certamen de belleza que hace unos años participó en un concurso
de ‘mejores colitas’ ni que posó vestida de ‘conejita’ para una amiga fotógrafa.
Eso era inaceptable para los organizadores. En pleno siglo XXI se hablaba de
como o no debía ser una reina, del como debía comportarse una chica bonita.
No viene al caso, pero ¿qué hubiese pasado si el concurso de ‘colitas’ se
hubiera realizado en la discoteca Vocé y no en una playa de Ventanilla?
¿Hubiera pasado lo mismo? Hasta para ser machista, se es clasista y elitista.
Solo ocurre acá, creo.
"Eso no se le hace a un varón"
Bryan asesinó a Ruth motivado por diferentes factores: su frustración por
haber pasado la peor vergüenza que el ‘macho que se respeta’ puede soportar, el
que haya sido por dinero, y eso mismo, el dinero. “Eso no se le hace a un varón”,
dijo al programa del payaso Carlín.
Antes de asesinarla, el cobarde se dio el lujo de abusar sexualmente de la
muchacha, según sus recientes declaraciones. “Habían vendido su terrible verdad
por televisión y él no recibía nada, solo burlas. Ella tenía quince mil soles,
debía compartirlo, era lo justo”, debió haber pensado el susodicho. Luego de
matarla, con ayuda de un tío, la enterró en un terreno baldío y cubrió su
macabro trabajo con cemento. Tuvo la sangre fía de desmentirlo tres días antes
del espeluznante descubrimiento.
La manera de actuar de Bryan solo es un ejemplo. La violencia doméstica contra
la mujer es un cáncer que no se quiere despegar. Maridos golpeando a sus
mujeres es, muchas veces, de los más común en muchas familias, tanto que a pesar de la caótica situación,
los golpes y abusos no motivan denuncias ni separaciones, siendo los hijos de
los más afectados, hijos que si no son bien guiados continuarán con el problema, extendiéndolo como el peor de los virus. Porque el machismo, sepámoslo bien, no es problema de
hombres solamente, las mujeres que no dejan al violento con la excusa del no
poder valerse por sí mismas, no solo tienen poca autoestima sino evidencian su
posición machista.
Cuando estas muestras de violencia ocasionan desgracias como la de Ruth
Sayas y Bryan es cuando recién muchas personas entienden que hay un problema
grave. No solo promovamos la denuncia a aquellos gérmenes de nuestra sociedad,
también busquemos una ley más rígida para el abusivo. La ley de feminicidio fue
un avance, pero no es suficiente. Está en manos de todos. Tomemos conciencia,
denunciemos, cambiemos de actitud.
El machismo no siempre va de la mano con lo anticuado, está más presente
que lo pensado.
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