septiembre 23, 2012

El factor machismo



Recuerdo muy bien aquel primer programa de ‘El valor de la verdad’. Había visto la versión colombiana y sentía curiosidad por la forma en la que se realizaría en nuestro país. Me pareció un programa sumamente gracioso, no creí en nada de lo que se dijo esa noche, pero era material suficiente para comentar y trollear. Reía y al mismo tiempo me deprimía por la tan mala calidad de nuestros programas de televisión.
Esa noche se presentó Ruth Thalía Sayas, una joven universitaria que, entre otras cosas, confesó haber trabajado en un nightclub, haberse prostituido, avergonzarse de sus padres e incluso, que era bisexual, lo mejor de la comidilla sensacionalista con la que un periódico de cincuenta céntimos puede trabajar. En ese set, junto a los abnegados padres de la chica de 19 años, se encontraba Bryan Romero, su enamorado. En aquel episodio, Ruth aseguró estar con él solo hasta conseguir un mejor partido, y que a pesar de tenerle cariño sentía que él era poca cosa para ella, todo sumado a las anteriores confesiones.
Fuera verdad o mentira lo que se dijo, Bryan se convirtió en el bufón de las redes por dos días (lo convirtieron en meme). Además de la vergüenza pública, se sabe ahora que Ruth no le quiso dar parte del dinero ganado esa noche a pesar de que se lo había prometido. Bryan declaró días después a una revista que ellos dejaron de ser enamorados cuando él se enteró del verdadero empleo de Ruth (bailarina en un nightclub) y que ella le prometió darle dinero para el motor de su mototaxi si él se presentaba frente a Beto Ortiz diciendo que seguían siendo pareja. Aquella revista mostró esas declaraciones como el último gran trabajo de su equipo de investigación. Pff!
Nada hacía pensar que meses después estos dos personajes se verían envueltos en un espeluznante crimen. ¿Beto Ortiz tiene la culpa? ¿O tal vez nuestra televisión basura? ¿Tendrá que ver la gente que no diferencia los shows de televisión de la realidad? Muy poco, casi nada.
La muerte de Ruth es consecuencia de ese mal que aún no se despega de nuestra sociedad, el machismo. Ese machismo que impide la igualdad de oportunidades, ese machismo amigo de los prejuicios, ese machismo que auspicia certámenes femeninos de belleza, ese machismo que golpea con puñetes y cachetadas, ese machismo que llega a asesinar.

Muestras simples y comunes
El machismo existe desde aquel momento en que se decidió en la gran mayoría de las culturas que sea un hombre y no una mujer, quien dirija la organización de cualquier sociedad. Formato que se mantuvo por siglos, desde la arcaica educación escolar exclusiva para varones, pasando por la postura católica del sacerdocio masculino único, hasta la ausencia presionada de la mujer en temas políticos. Algunas de esas cuestiones se han superadocon el tiempo, siempre marcando un hito en la historia, esa historia donde el varón corrió solo por mucho tiempo porque quiso. 
“Yo no soy machista”, dirán siempre todos. Pero todos lo somos, un poco al menos. Es de esas cosas que existen y parecen tan normales que nadie le toma importancia. Tengamos cuidado.
Las actitudes machistas se ven en diferentes aspectos de nuestra vida: gente que no vota por una mujer, por serlo; la publicidad de cerveza, discotecas, etc.; la venta de autos en un motorshow; los programas de TV que enfrentan a hombres y mujeres en busca del sexo fuerte verdadero; y una larga lista. No es lo mismo que hace veinte años, o al menos es menos perceptible que hace veinte años, pero, eso no significa un avance.
Una de las manifestaciones más claras de machismo, desde mi parecer, son los certámenes de belleza. La comprobada presión a la que son sometidas sus concursantes para participar (cirujías plásticas, por ejemplo)  y los anticuados requerimientos que deben cumplir son totales muestras de lo que hablamos. Recuerdo ahora un caso.
La Miss Perú Mundo o Universo, no la que dijo tonterías sobre los gays, sino la otra, la que fue apodada ‘conejita’, Cindy Mejía, fue despojada de su corona y obligada a decirle a los programetes del mediodía que renunciaba por el bien de su familia. ¿Qué pasaba? Cindy no había reportado al comité organizador del certamen de belleza que hace unos años participó en un concurso de ‘mejores colitas’ ni que posó vestida de ‘conejita’ para una amiga fotógrafa. Eso era inaceptable para los organizadores. En pleno siglo XXI se hablaba de como o no debía ser una reina, del como debía comportarse una chica bonita.
No viene al caso, pero ¿qué hubiese pasado si el concurso de ‘colitas’ se hubiera realizado en la discoteca Vocé y no en una playa de Ventanilla? ¿Hubiera pasado lo mismo? Hasta para ser machista, se es clasista y elitista. Solo ocurre acá, creo.

"Eso no se le hace a un varón"
Bryan asesinó a Ruth motivado por diferentes factores: su frustración por haber pasado la peor vergüenza que el ‘macho que se respeta’ puede soportar, el que haya sido por dinero, y eso mismo, el dinero. “Eso no se le hace a un varón”, dijo al programa del payaso Carlín. 
Antes de asesinarla, el cobarde se dio el lujo de abusar sexualmente de la muchacha, según sus recientes declaraciones. “Habían vendido su terrible verdad por televisión y él no recibía nada, solo burlas. Ella tenía quince mil soles, debía compartirlo, era lo justo”, debió haber pensado el susodicho. Luego de matarla, con ayuda de un tío, la enterró en un terreno baldío y cubrió su macabro trabajo con cemento. Tuvo la sangre fía de desmentirlo tres días antes del espeluznante descubrimiento.
La manera de actuar de Bryan solo es un ejemplo. La violencia doméstica contra la mujer es un cáncer que no se quiere despegar. Maridos golpeando a sus mujeres es, muchas veces, de los más común en muchas familias, tanto que a pesar de la caótica situación, los golpes y abusos no motivan denuncias ni separaciones, siendo los hijos de los más afectados, hijos que si no son bien guiados continuarán con el problema, extendiéndolo como el peor de los virus. Porque el machismo, sepámoslo bien, no es problema de hombres solamente, las mujeres que no dejan al violento con la excusa del no poder valerse por sí mismas, no solo tienen poca autoestima sino evidencian su posición machista.
Cuando estas muestras de violencia ocasionan desgracias como la de Ruth Sayas y Bryan es cuando recién muchas personas entienden que hay un problema grave. No solo promovamos la denuncia a aquellos gérmenes de nuestra sociedad, también busquemos una ley más rígida para el abusivo. La ley de feminicidio fue un avance, pero no es suficiente. Está en manos de todos. Tomemos conciencia, denunciemos, cambiemos de actitud.
El machismo no siempre va de la mano con lo anticuado, está más presente que lo pensado.

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