Este Tipo Raro es hincha de Sporting Cristal, no del Sport Boys, pero es
imposible para mí no tenerle cariño al equipo de la ciudad en la que vivo. El
Sport Boys, cuna de grandes jugadores, el equipo chalaco de camiseta rosada,
está con pie y tres cuartos en la Segunda División de nuestro fútbol, de ese
fútbol condenado a no ir a un mundial, de ese fútbol para el que solo existe Alianza
y la U.
POBRE BOYS
Siempre es impactante que un equipo tradicional descienda, y esta no será
la excepción, sino recordemos los deprimentes descensos de River Plate en
Argentina y de la Juventus en Italia, por citar algunos casos de la última
década. El Boys ya descendió en dos oportunidades, en 1987 y en el 2008,
dejando un gran pesar entre los chalacos, a quienes les daba igual si el Atlético
Chalaco o el polémico Total Chalaco participaran en el campeonato. El hincha
rosado nunca abandonó a su equipo, lo siguió en Segunda hasta que ascendiera
dignamente, y no comprando cupos a equipos de provincia, como la jugarreta de
Kouri con el Total Chalaco y el gran presupuesto de la Universidad San Martín.
El Sport Boys es el más claro ejemplo de garra (disculpen, cremas). El
equipo cuenta con uno de los presupuestos más bajos del Torneo desde el 2008,
año en el que cayó en la peor crisis económica de su historia. La corrupción
dentro de la dirigencia hizo que en ese año las deudas con la SUNAT, la Agremiación
de Futbolistas y el IPD llegarán a picos impensables. Los jugadores no tenían
ni un buen lugar para entrenar. El Boys se fue a la baja.
En el 2009, ya en Segunda División, el Boys luchó y luchó. La tía ‘Poco
Floro’ y la Tía Pochita eran las primeras en apoyar al equipo del primer puerto
del país. Todo el Callao estaba unido con la rosada. Un desaparecido Waldir Sáenz
condujo por la línea de gol a un equipo por el que los auspiciadores no se
interesaban (su sponsor era el Gobierno Regional del Callao). El Boys regresó a
Primera con solo una temporada en ese campeonatucho al que llamamos Segunda
División, ese que prácticamente no existe para la FPF y el IPD y que debería
tomarse en serio.
El regreso a Primera no fue la solución, la administración de Karla Bozzo trajo
más problemas que soluciones. No había dinero para contratar jugadores ni para
pagarles a los ya contratados. No había donde entrenar, no había un médico en
el club ni servicios básicos de higiene, la incomodidad era obvia, pero, así,
el club consiguió mantenerse en el campeonato. Situación parecida durante todo
el 2011.
‘Machito’ Gómez, ese gordito que fue acusado de asesinato, se convirtió en
el primer referente de un equipo que miraba al 2012 como el año de la
recuperación, el año en el que la rosada volvería a ser la de los viejos
tiempos, se contrataron algunos jugadores con experiencias, la camiseta se
renovó (en realidad, es igual a la alterna de la Juventus de Italia). Pero,
nada funcionó. Los problemas continuaron, a tal punto, que los jugadores
entrenaban en lozas deportivas de la municipalidad. Los malos resultados acompañaron
al equipo y hoy está prácticamente condenado al descenso.
Tal vez esto servirá como lo que se merece la mala administración del club,
pero El Callao y su pasión por el fútbol terminarán pagando los platos rotos.
No habrá fútbol de Primera División en el puerto, al menos por un año. Son
lamentables los niveles tan críticos a los que pueden llegar la corrupción y el
poco poder de decisión.
EL SENTIMIENTO ROSADO
El Boys nació con fragancia a patria. Se fundó un 28 de julio de 1927 en el
Callao, el primer puerto del país, por los alumnos del Colegio San José de los
Hermanos Maristas. Es por ello, sin
duda, que muy pronto se metió en el corazón de los chalacos y se convirtió en
el engreído de la mayoría, porque, solamente algunos de los porteños de antes
seguían fieles a la tradición y a la reverencia ante el club decano del puerto:
el Atlético Chalaco.
El hincha rosado es, ante todo, fiel. La Barra ‘Vamos Boys’ fue la primera
en el Perú (1966) en alentar al equipo los noventa minutos sin parar, y la
primera en acompañar a su equipo a sus presentaciones en provincias. Recordemos
que en 1989, cuando el equipo se debatía entre los últimos lugares y como
dijimos antes, descendió, los hinchas asistían masivamente al estadio, e
incluso, mientras el Boys luchaba por volver a Primera, los partidos de local
se jugaban en el Telmo Carbajo a estadio lleno y con cientos de espectadores
más apostados en los techos de las casas vecinas o en los muros del estadio.
El Boys es también un caso muy particular dentro del fútbol peruano, en el
sentido de que es el único equipo que, aparte de tener historia y tradición de
equipo “grande”, tiene también un profundo arraigo regional, muy semejante al
de los equipos de provincias. Los
hinchas del Boys son, en su inmensa mayoría, chalacos y es costumbre escuchar
en cada partido el grito guerrero Chim
Pum Callao. Por ejemplo, sería difícil oír tres hurras por La Victoria, Ate
o el Rímac de Alianza Lima, Universitario o de mi amado Sporting Cristal,
respectivamente. Sería imposible encontrar este importantísimo ingrediente
regional en la hinchada de cualquier otro club nacional.
Por todo esto, te voy a extrañar en Primera, amigo Sport Boys. Mucha suerte.
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